Tener 26 años apesta,
no hacer mucho apesta,
este blog apesta más que otras cosas en la vida,
Elizabeth no me ha llamado y ya sé que apesta,
¿por qué te casaste adonay?
Seguro es porque apesta!
miércoles, 24 de agosto de 2011
martes, 16 de agosto de 2011
Situación 2
Se pregunta todo el tiempo sobre las particularidades del ser que duerme pocas horas a su lado. Respira, enciende la lamparita que le construyó. Mira otra vez a su alrededor para constatar que no es un sueño. Sí, esta sola. Tiene el cerebro un poco seco de tanto pensar en las contrariedades que le siguen. En esos días, quisiera no estar a años luz de su casa.
viernes, 12 de agosto de 2011
Situación 1
-¡Mi nariz!
-¡¿Qué?!
-¡Mi nariz, mierda, mi nariz!
-¡¿Qué demonios te pasa?!
-¡Aaaaaaaaaaaaaah, mi nariz!
Estaban a oscuras. Ella inmóvil, sudorosa y espantada. Acaban de hacer el amor y ambos no podían creer lo que había pasado. Él sostenía un brassier y lo que parecía un hueso, era un pedazo del cartilago de su nariz. Temblaban porque además de no conocerse se encontraban ante una situación desconocida: la salida voluntaria de un hueso.
-¡Llamemos a un médico!
-¡NO!
Aquella negación fue tan contundente que Ella desistió al primer momento, pero enseguida se vistió y trajo vodka para anestesiar la situación. Él lo saboreo y sintió el vacío. No se dijeron nada por unos minutos. Ella lo entendió todo: había llegado a la vida de Él para quitarle el dolor. Preparó entonces, un cóctel. Vodka y veneno para ratas. Él saboreo la muerte hasta la última gota. Al final del trago, Ella salió de aquella casa con lágrimas en los ojos y un pedazo de nariz en el bolsillo. Nunca se había sentido tan perturbada.
-¡¿Qué?!
-¡Mi nariz, mierda, mi nariz!
-¡¿Qué demonios te pasa?!
-¡Aaaaaaaaaaaaaah, mi nariz!
Estaban a oscuras. Ella inmóvil, sudorosa y espantada. Acaban de hacer el amor y ambos no podían creer lo que había pasado. Él sostenía un brassier y lo que parecía un hueso, era un pedazo del cartilago de su nariz. Temblaban porque además de no conocerse se encontraban ante una situación desconocida: la salida voluntaria de un hueso.
-¡Llamemos a un médico!
-¡NO!
Aquella negación fue tan contundente que Ella desistió al primer momento, pero enseguida se vistió y trajo vodka para anestesiar la situación. Él lo saboreo y sintió el vacío. No se dijeron nada por unos minutos. Ella lo entendió todo: había llegado a la vida de Él para quitarle el dolor. Preparó entonces, un cóctel. Vodka y veneno para ratas. Él saboreo la muerte hasta la última gota. Al final del trago, Ella salió de aquella casa con lágrimas en los ojos y un pedazo de nariz en el bolsillo. Nunca se había sentido tan perturbada.
domingo, 7 de agosto de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)