lunes, 27 de junio de 2011

zarabanda

 Esa noche me bailaste en el Yoshiwara, María. Yo era el burgués, el intelectual,  tú, mi María,  mi rubia deliciosa, tan puta, tan virgen, tan ángel, tan demonio y yo tan pero tan cacahuate, María. Todavía voy a llorale a ese árbol María, al árbol al que te arrime para amarte de pies a cabeza, al árbol que me vio darte las penas y las alegrías del esperpento que soy, María. Ésa, tu puta alma de pirata, María, llegaste flotando con un mensaje en blanco, qué ineficiente eres, María. Este infierno que tengo ahora en el pecho, María, a este pecho que amaste, que veneraste, que envenenaste, dale un limón, María.