miércoles, 16 de marzo de 2011

Intervenciones urbanas

Domingo a la tarde. Plaza Miserere. Bailarinas y bailarines por doquier. El lugar esta lleno de gente que nunca frecuenta Once ni sus alrededores. El arte se ha tomado el Parque, es un domingo cualquiera y las personas que usualmente habitan, llenan y viven en Plaza Miserere fueron desplazadas en honor a la danza. Las propuestas dancísticas plasmaron una pintura de la ciudad. Diferentes coreografías dieron cuenta de lo que los porteños perciben de la ciudad en la que respiran, aman y bailan. “Paradiso“ idea original de “Joel Inzuza“ en mi opinión, fue una de las mejores propuestas presentadas dentro de la Plaza. La coreografía utilizó de manera espectacular el espacio dedicado a los juegos infantiles dentro del Parque . Esta magnífica acción, muestra una buena lectura del espacio escénico impuesto, además de los increíbles bailarines que intervinieron en esta creación. La coreogrfía esta basada en el cine delirante de Fellini. Un humilde reconocimiento y felicitación a esta gran propuesta escénica. Otra propuesta interesante y la que se adjudica, a mi manera de ver de mejor forma el título de “intervención urbana” es el “Taller de Luis Garay” que partió del estudio de la cotidianidad de la gente que participaba en el escenario urbano. Este trabajo se desarrollo dentro de la Plaza y en un plazo de diez días. Los artistas que bailaron sus vivencias, tuvieron una locutora que narraba el trabajo de observación y experimentación realizado dentro de la Plaza y dirigido por Luis Garay. Otra propuesta interesante fue la de Murga de Carnaval, llamada "Agua Florida" de "Luciana Vainer con colaboración de los intérpretes". Esta murga diseñada para un público que solo observaba y no bailaba, representó con mucho acierto lo divertido, original y necesario de las fiestas populares dentro de la cultura de la ciudad. Finalmente, “ Danza Miserere, un sueño" de “ Agustina Menéndez“ fue la que cerró el programa de la tarde. Me pregunto: ¿qué sentirán los atorrantes, las putas y los ladrones dueños y señores de Miserere al verse representados por bellas bailarinas y acrobáticos bailarines? ¿Se sentirán incluidos dentro de la sociedad? Los artistas que los representan, ¿pensaran que aquellos que están interpretando están siendo estereotipados por una ágil y divertida coreografía? El planteamiento escénico que representó una suerte de “postal porteña” fue una radiante comedia musical. Esta propuesta debería ser puesta en un escenario pero no dentro de una Plaza que es -por demás sabido- uno de los lugares más pobres y excluidos de la ciudad. La idea de trasladar la danza del teatro a los espacios urbanos es estupenda pero sería mejor comenzar a pensar la danza –y al arte en general- como instrumentos valiosos para la inclusión de públicos que tienen poco o nulo acceso a espectáculos de arte necesarios para el crecimiento humano. El tiempo que estuve en Miserere pude observar la fuerte presencia de “equipos de prevención y de seguridad” para el espectáculo. Oí a mucha gente lanzar advertencias sobre el lugar en el que nos encontrábamos y el peligro que corrían nuestros burgueses traseros dentro de un espacio que invadimos en nombre del arte. En mi opinión, los espectáculos que se llaman “intervenciones urbanas” deberían de verdad “intervenir” o al menos pensar en la gente que habita en los lugares que se usan como escenarios. Mucho del público del Ciudanza no era usual en el paisaje cotidiano de Miserere, ¿por qué no hacer que bailen los niños de la Plaza que veían tan alegremente y con gran expectativa las coreografías? ¿Se pensó en algún momento si tiene algún impacto estas representaciones en públicos tan poco formados o ni siquiera se los pensó como un posible público? La inclusión es un mito urbano, por suerte estaba un perrito callejero juguetón que se incluyó en el espectáculo para recordarnos lo horrendo de la sociedad que se ciega ante los problemas sociales pero sin embargo están ahí y a punto de mordernos.