jueves, 24 de febrero de 2011

A. A.

Qué soberbia tan grande esta de creer que tu cuerpo amanecería algún día a mi lado,
a lo mejor
de tanto pensarte, amaneces amándome en carne ajena
con ese exitante exceso de desdén que te caracteriza.
Yo, suspiraría como si fueses mi primer amor, tal vez el único
te mostraría mi cuerpo desnudo, transpirado, querido, quieto.
Ahí estaría, electrificada por tu voz, rogándote caricias, suplicándote exorcismos para esta lejanía
para este hueco festivo que tengo aquí en el pecho.